Las impresoras láser tienen una gran cantidad de componentes que les permiten realizar correctamente sus distintas funciones. Algunos de estos elementos, debido al uso y al tiempo, se van desgastando. Por suerte, muchos de ellos se pueden cambiar para que los dispositivos periféricos sigan funcionando correctamente.
Parte de estos componentes, como el tóner y los cartuchos de tinta, son bastante conocidos. Pero existen otras piezas imprescindibles para imprimir que mucha gente desconoce, como por ejemplo el fusor.
Un fusor, también conocido como unidad de fusión, es una parte de la impresora láser encargada de fijar el tóner en el papel. Esto lo consigue mediante la aplicación de calor.
La historia de los fusores
En su origen, los fusores consistían en una lámpara halógena cuyo objetivo era calentar el tóner hasta que tuviese la temperatura necesaria para adherirse al papel. Este sistema tenía ciertos inconvenientes, ya que consumía gran cantidad de energía y el tiempo de calentamiento para la primera copia podía hacerse demasiado largo.
Actualmente disponemos de los llamados fusores instantáneos que son más eficientes. Consisten en unos calentadores cerámicos con una velocidad de calentamiento considerablemente mayor.
¿Qué hace exactamente el fusor?
Como hemos comentado, el fusor es el elemento encargado de fijar el tóner al papel. Pero, ¿cómo lo hace exactamente? Su función es unir permanentemente el polvo del tóner a las hojas de manera que estas no se ensucien, utilizando una combinación de presión y calor.
Es de vital importancia, ya que si no fuera por él las impresiones no podrían fijarse en la hoja y el resultado sería simplemente un papel manchado. Por lo tanto, a la hora de realizar el mantenimiento de la impresora es recomendable tenerlo en cuenta.
Tipos de fusor
En la mayoría de impresoras de uso doméstico o de pequeño tamaño es probable que no salga a cuenta realizar un cambio de fusor por el bajo precio de las máquinas nuevas y el elevado precio del repuesto en comparación con una nueva impresora.
Por el contrario, en las impresoras de mayor tamaño o rendimiento si merecerá la pena y conviene realizar un mantenimiento del fusor. Normalmente la propia impresora nos avisa, pero es importante tener en cuenta que necesita ser cambiado cada cierto tiempo para estar atentos. De este modo, podremos garantizar un funcionamiento óptimo de nuestro periférico y una larga vida útil.