El funcionamiento de una vaporeta no es complejo. Primero el usuario debe llenar el depósito de agua limpia, pero parando especial atención a no llenarlo del todo, porque hay que dejar un espacio vacío para que pueda realizarse correctamente el proceso de ebullición. A continuación, se debe cerrar la válvula de seguridad, y ahí empieza el proceso de calentamiento del agua.
Para entender cuál es el funcionamiento de una vaporeta (puedes ver modelos de vaporeta en www.vaporeta.com.es) lo más sencillo es compararla con una olla a presión. El depósito (como la olla a presión) es totalmente hermético. Entonces el aparato empieza a aplicarle calor hasta llegar al punto de ebullición, un procedimiento que puede tardar varios minutos, en función del modelo de vaporeta y de la temperatura que se deba alcanzar.
Cuando el agua bulle, empieza a generar vapor. Pero como hemos cerrado el recipiente de la vaporeta herméticamente, éste no puede salir por ningún sito, de modo que la presión de dentro del recipiente se va incrementando por momentos. Cuando ya se haya acumulado bastante cantidad de vapor, éste tendrá bastante fuerza como para levantar un tope. Cuando lo levanta, lo que hay a continuación es un tubo que lo conduce directamente hacia el exterior.
Llegado este momento, el usuario puede regular la salida del vapor: en función de lo establecido, la vaporeta continuará calentando el agua hasta una temperatura u otra. Mientras se alcanza la temperatura deseada, se va repitiendo continuamente este proceso de retención, acumulación y expulsión: es como un ciclo continuo formado por tres fases.
Debido a que la vaporeta funciona gracias al agua, debemos asegurarnos de tener el depósito lleno para trabajar. Sin embargo, si vemos que todavía nos queda faena por hacer y el agua se está terminando, es muy importante no abrir el recipiente hasta que esté totalmente libre de presión, y rellenarlo con la vaporeta apagada.
Ahora que conoce cómo funciona una limpiadora a vapor (ver video demostrativo) , entenderá por qué debe fijarse bien en la capacidad y en la presión del aparato antes de adquirirlo. La capacidad del recipiente (que se mide en litros) y la presión a la que sale el vapor (que se mide en bares) serán fundamentales a la hora de garantizar que la limpieza sea efectiva: la presión despega la suciedad de las superficies, y el vapor del agua la elimina.