La verdad que hay mucha gente que nunca se decide a ir a un psicólogo, aún teniendo muchas ganas de ir, y es que tienen un miedo atroz a contarle a una persona extraña sus confidencias, y temen que la otra persona las juzgue o se burlen de ella. Y es que nada más lejos de la realidad, porque hablamos de profesionales que están ahí para eso, y sin darnos cuenta en esa primera consulta todo ese miedo y esa vergüenza que nos atora ellos con sus palabras hacen que todo sea mucho más ameno y tranquilizador. Y es que no es fácil dar el primer paso, nuestro subconsciente nos dice que no lo necesitamos que nonos hace falta.
Y es que para muchas personas la tan solo idea de decir palabra psicólogo la relacionan con la locura. Y piensan que a un psicólogo solo van los locos, y su temor crece más aún. Y es que no hay que estar loco para visitar a un psicólogo, puede ser un problema de autoestima, de timidez, de no saber decir no, como vemos nada relacionado con la locura. Y es que desde luego nada tiene que ver, y por muy oscuro que lo veamos todo siempre hay una solución.
Y es que la figura de un psicólogo hoy en día ya no es lo que era, antes se les tenía miedo, y ahora desde luego es lo más normal del mundo. Eso sí siempre debemos buscar un buen profesional que nadie nos engañe. O simplemente la terapia que nos da el primero no va con nosotros y buscamos otro. Como podemos ver en el siguiente enlace www.guiadepsicologos.com podemos encontrar una gran variedad de profesionales en este sector, en cualquier lugar del territorio español.
Y es que como bien digo no debemos dejar que nos den gato por liebre, informarnos bien sobre la consulta y fijarnos siempre en los títulos que tenga colgados en las paredes. Ya que cualquier buen profesional lo primero que hace al coger un despacho es colgar sus títulos y premios como obras de arte. Y nada después de eso ir con total tranquilidad sabiendo que será para mejor y que la ayuda recibida nos hará mucho bien. La primera vez siempre es dura para todo no solo para esto, tan solo debemos echarle valor y coger siempre el toro por los cuernos, aunque nos dé mucho miedo.