Por miles de años las velas han representado una de las partes más importantes de los seres humanos ya que fue el paso que dio el hombre en su afán por mantener el fuego encendido que genere luz en casa, han pasado cientos de años desde que las velas usadas para este objetivo pasaron a formar parte, esta vez de la decoración de la casa y en alguno casos para el uso de otras cosas como los rituales cristianos o de magia.
La vela que está constituida de cera en su mayoría fabricada en Alemania o China, llego a Perú a comienzos del siglo 19, en aquel entonces era usado para una diversidad de conjuros como los amarres de amor pero también para generar en la casa ese ambiente de armonía familiar, uno de los puntos por los que se les comenzó, ya paso los años 1920 a agregar fragancias de diversos tipos, en sus inicios estos materiales. Algo escasos eran solo exclusivos de personas adineradas, descubierta la manera de hacer cera casera con la grasa de los corderos, los plebeyos de todas partes del interior peruano comenzaron a usar este producto, sin presagiar que también sería el arma ideal para las cenas de parejas, los rituales de amarres de amor, la decoración y por complicado que parezca, fue muy útil para los ejércitos que acamparon en la guerra de san Juan, se dice dentro de las leyendas, que hubo un soldado peruano, que acompañado de una vela pudo cruzar uno de los túneles que unía un extremo al otro con el objetivo de llegar hasta su amada que vivía del otro lado y que por ser este chileno era despreciado.
También se admite que los primeros talleres de velas que aparecieron en el Perú se encontraba en Huancabamba, un lugar donde efectivamente hoy se hace un turismo para observar los antiguos cantaros en los que se vertía la grasa de cordero para crear lo que hoy todos queremos tener adornado nuestras casas y generando amor en las familias.